viernes, 29 de abril de 2011

El día que comí Cuscus

Después de mucho tiempo, vuelvo con una entrada de la sección "El día que comí". Esta vez no es por un plato que haya cocinado yo, ni es por un profesional del humor, aunque sea un poco payaso. Se trata de mí hermano, que ya ha colaborado alguna vez en este blog, y nos cuenta su ritual con el cuscus.


El mundo se divide en dos tipos de personas, los que aprietan el tubo de pasta por cualquier parte, y los que cuidadosamente lo apretamos por el extremo para, de esa forma, el tubo mantenga una forma armoniosa y se aproveche mas la pasta.

El primer grupo, es más impulsivo, el segundo mas reflexivo. Esto tiene que mucho que ver con la comida, y sobre todo con el cous cous (o cuscus como le llamamos aquí) de mi madre.

Para deleitarme con el cuscus yo empiezo mi preparación el día anterior con algo de ayuno espartano y con mi compañera de viaje en las comidas pesadas, mi pastillita de protector de estomago, el regalito que Dios me otorgó al cumplir los cuarenta y retirarme mi vesícula.

El día D comienza con otra pastillita, ya que el cuscus es un plato pesado donde los haya y solo marida con la cocacola. Pesado porque es imposible comerse solo un plato. El maligno diablo de la gula habita en esta receta y te impide no repetir.

Llega el momento y yo soy el bicho raro que separa los componentes del plato. A me gusta comerme la sémola con la salsa de cebolla y disfrutar después por separado de la carne, ¿Por qué tengo que mezclar todo cuando por separado me hacen llegar al infierno del deseo en dos ocasiones?

Cuando en el primer tiempo, el de la sémola con la salsa de cebolla, me lo voy mezclando y los aromas se despegan del plato, intento que nada llegue a la atmosfera. Sorbo con la nariz para que no se escape nada, mientras el tenedor va haciendo la mezcla de los dioses.

Al llegar al paladar, su textura me recuerda otros cuscuses y cargo el siguiente tenedor como si se fuera a terminar si no lo vigilo. Pero se termina, y me debato entre empezar con la carne, o repetir. Repetir seria gula, pero, ¡¡¡¡QUE DIABLOS!!!! Hoy toca gula: “Ponme un poquito mas, pero no mucho” A sabiendas que con el cuscus, no existen poquitos. Solo hay raciones XXXL.

Cuando estoy a punto de reventar, y a sabiendas de que Dios me va a castigar, me entrego a los placeres de la carne. Y la carne me la ponen en el plato, con sus almendritas………….

Y Dios siempre me castiga, con una tarde de sudores y una mala digestión. Lo dicho, es lo que tiene estar operado de vesícula y ser un glotón. Pero estas tentaciones son difícilmente superables.

Consejo: No hagáis esta receta ya que si la probáis, el diablo entrará en vuestras vidas y estaréis enganchados a ella….



1 comentario:

  1. hahahaa, quiero probar el cuscus de mamá Villatoroooo!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar